El 9 de diciembre se conmemora el 198 aniversario de la gesta emancipadora de Ayacucho que selló la independencia de nuestra patria, alcanzando la libertad de nuestra nación. Esta gesta final de la guerra independentista que fuera consagrada por el Estado peruano como Día del Ejército, rinde homenaje a los patriotas pletóricos de ideales y heroísmo.
Los soldados del Perú, hoy en día, se exaltan ante el recuerdo de aquellos bravos peruanos que tomaron las armas y se sublevaron para liberarse del yugo que no estaban dispuestos a llevar por más tiempo, librarse del dominio de un poder que no lo sentían propio, por el contrario, ajeno y lejano a sus necesidades y aspiraciones.
La épica jornada de Ayacucho fue ese pasaje de nuestra historia que forjo al Ejército, nacido del crisol del patriotismo, moldeado por las ansías de libertad e independencia. Por ello, quienes portan el uniforme, lo hacen reconociendo la entrega de sus mártires, quienes marcaron el derrotero a seguir por las nuevas generaciones, para elevar a nuestro Perú, a la grandeza que le merece.
El Ejército del Perú es reconocido por la sociedad en general como la institución tutelar, capaz de brindarle seguridad, de sostener incólume su herencia, firme y gloriosa, preservadora de las tradiciones, el heroísmo y la integridad de tantos hombres y mujeres que expresan su amor a la patria.
Desde las alturas de Ayacucho, lugar de la épica jornada en la cual nuestros soldados bañaron con su sangre dichas tierras, para fundar la República, hoy sus integrantes reafirman ante la nación su compromiso y fidelidad. El Ejército del Perú ha estado presente en cada transformación que ha superado nuestro país. Ha encarado nuevas amenazas y su efecto nocivo hacia la soberanía e integridad territorial; exigiendo la existencia de un ejército multimisión, con una fuerza moderna, polivalente y organizada bajo el principio de armas combinadas, con capacidades estandarizadas, que permiten engranarlas y actuar en alianza con otras fuerzas e instituciones, nacionales e internacionales, para combatirlas.
«El 9 de diciembre de 1824, en la Pampa de la Quinua, se enfrentaron unos 15,000 hombres, apostando unos por el continuismo del dominio colonial y otros por la libertad de los pueblos. Fue un hecho militar que culminó con la trascendental victoria de las fuerzas patriotas y definió la caída del régimen virreinal de España en la América del sur, afirmando la libertad de las nuevas repúblicas del continente», escribió el General EP (r) Juan Urbano Revilla, del Centro de Estudios Histórico Militares del Perú, añadiendo: «En los campos de la Quinua (Ayacucho) quedó sellada a sangre y fuego la libertad de América, y es allí donde confluyó la mayor arquitectura militar forjada desde el abismo de la incertidumbre en 1823, hasta levantar un Ejército patriota, compuesto de soldados peruanos y gran colombianos, así como efectivos rioplatenses y chilenos que llegaron con el Ejército de San Martín y se cubrieron de gloria el 9 de diciembre de 1824».