CENTESIMO NONAGÉSIMO OCTAVO ANIVERSARIO DE LA BATALLA DE JUNÍN Y DIA DEL ARMA DE CABALLERÍA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ

La batalla de Junín fue un duelo admirable entre dos caballerías, la realista, aguerrida y orgullosa, al mando del General José de Canterac y la patriota, pujante y ansiosa de triunfos, del General Mariano Necochea.

Es así como, el 6 de agosto de 1824, al promediar las 16:00 horas, se produjo el violento choque de las dos caballerías, este fue cruento y brutal; los escuadrones patriotas de primera línea resistieron con admirable valentía para dar tiempo al resto de unidades en su despliegue, pero el dispositivo, terreno adverso y superioridad numérica dieron todas las ventajas a los realistas, quienes lograron romper esta resistencia obligando a los nuestros a volver grupas.

Canterac se dio cuenta del desorden imperante en las filas patriotas y ordenó se inicie la persecución a fin de consolidar su victoria.  Bolívar prefiriendo salvar su caballería para posteriores encuentros ordenó al General José de la Mar, comandante de la División peruana, que comunique al Teniente Coronel Isidoro Suarez, comandante del 1er Escuadrón de “Húsares del Perú” que aún no había intervenido en la batalla por encontrarse a un flanco del dispositivo, que salve su escuadrón como pueda.

Para ello envió al Mayor Andrés Rázuri a que comunique la orden; éste, bajo su propia responsabilidad e iniciativa, apreciando la situación de poder caer sobre el flanco izquierdo y retaguardia de la caballería realista, en un acto verdaderamente audaz -y cual si fuera el mensajero del destino del Perú- cambia la orden de retirada por la de ataque.  Es así como “los Húsares del Perú”, estremecidos de amor patrio e impulsados por la fuerza de sus nobles corazones, cargaron sobre los realistas y les arrancaron el triunfo y la gloria, en una acción resuelta y sorpresiva, transformando la aparente derrota en una resonante victoria.

Fueron escasos 45 minutos que duró la acción, y en ella no se produjo un solo disparo. En Junín se peleó con sable y lanza, reverdeciendo así la milenaria tradición de la caballería legendaria. Todo fue resplandor, chocar de aceros y roja sangre absorbida reverente por la pampa inmensa.

El significado de esta batalla es excelso, pues fue la iniciación del penúltimo acto de la independencia americana y fue la antesala gloriosa de Ayacucho, donde se acabaría definitivamente con el yugo español. Significa también el ansia redentora de liberación contra la fuerza que esclaviza, un maravilloso símbolo de hermandad americana, luchando por los mismos ideales, por una misma causa y bajo un mismo símbolo, la bandera de la libertad.

Junín, moralmente, es el predominio de las fuerzas del espíritu que da el triunfo a la bravura, al heroísmo y a la inspiración creadora. Junín, militarmente, es la obra magnifica de Bolívar y de la oportuna iniciativa de Rázuri, quien con esplendor indiscutible del soldado de caballería, permitió la victoria final.

Con la victoria de Junín se dan los más preciados galardones a la naciente caballería peruana, cuyos jinetes fueron los verdaderos autores materiales de la hazaña, por eso, “los Húsares del Perú” fueron renombrados como “los Húsares de Junín” en el mismo campo de batalla, siendo desde entonces el tronco genealógico que da la nobleza de estirpe a la gloriosa arma de caballería, pues simboliza y significa el cuño de audacia, sacrificio, arrojo e iniciativa, para lograr la victoria.

Es importante rescatar la participación de notables jefes militares extranjeros que venidos desde la lejana Europa y con su vasta experiencia en las guerras napoleónicas supieron comandar con decisión las aguerridas fuerzas patriotas, tales como el general William Miller jefe de la caballería peruana, el coronel Philipp Braun jefe de los “Granaderos de Colombia”, el Coronel Alexis Bruix jefe de los “Granaderos de los Andes”, el Teniente Coronel Karl Sowersby jefe del 2do Escuadrón de “Húsares del Perú”, nombres que no deberían ser olvidados y siempre recordados en esta magna fecha.

Junín representa el triunfo sobre la adversidad, y demuestra que incluso en situaciones cotidianas, cuando todo parece perdido, siempre hay una salida esperanzadora y que, con coraje e iniciativa, puede sobreponerse al abismo de la derrota y lograrse la más esplendidas de las victorias, pero esto solo depende del esfuerzo y la convicción propia de jamás darse por vencido.

Heredera de esa estirpe que nació en Junín, la caballería del Perú ha tenida una participación activa en la vida republicana y se ha hecho conocer allí donde se la misionó, obteniendo otros laureles en Chacras, Panupali y Macará en el conflicto de 1941 acciones desarrolladas por el Regimiento de Caballería N° 5 y el Regimiento de Caballería N° 7 y en el Conflicto del Cenepa de 1995 con la conquista de la “Falsa Base Sur”, con la participación del Escuadrón “A” del Regimiento de Caballería Blindada “Tte. Crl Juan Buenaventura Sepúlveda” N° 113.

En la actualidad, su principal misión de reconocimiento y protección es cumplida empleando todos los medios disponibles, dependiendo del tipo de terreno y la tecnología que facilita este empleo de misiones de seguridad, desde los nobles equinos para operaciones de montaña, pasando por vehículos blindados ligeros y tanques, cambiando los viejos sables de antaño, por modernos fusiles modulares y lanzacohetes guiados por láser, debiendo incorporar en el futuro en sus escuadrones, el empleo de vehículos aéreos no tripulados (UAV) con modernas cámaras para el reconocimiento y exploración. Es por ello que la caballería sabe adaptarse a la complejidad de la tecnología y el combate moderno, consciente de su misión en beneficio de los intereses de la nación, los medios con los que cumple sus operaciones podrán haber evolucionado para esta vieja arma, pero su  compromiso con la patria sigue siendo el mismo el cual se  forjó en las pampas de Junín.

Autor: Mayor EP Dennis Begazo Curie

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