La tarea debía de seguir. Cuando el generalísimo don José de San Martín proclamó la Independencia del Perú el 28 de julio de 1821, sabía de sobra que no podía detenerse en ese hito pues -a pesar de que existía un fuerte consenso entre la ciudadanía con respecto al deseo de continuar como un país independiente, libre del control político, económico y militar de España- aquella necesidad social solo podría sostenerse en mantener una fuerza armada. El poder del nuevo estado debía estar fundamenta en su capacidad de hacer frente a una única amenaza que ese momento, podría privarlo de su existencia: el Ejército Realista que había mudado sus fuerzas a la sierra. En ese momento, el territorio andino era una despensa suficiente para soportar milicias armadas, y los líderes realistas sabían que podían revertir lo sucedido el 28 de julio en Lima.
Estando las fichas dispuestas en esa forma, San Martín decidió no perder tiempo. El 18 de agosto de 1821 creó el Ejército de la República del Perú. Su organización era básica —creemos que embrionaria, para servir de modelo a una estructura más grande— y su característica principal fue, además de su estructura jerárquica, su composición: estaba compuesto por un batallón de infantería, dos escuadrones de caballería y una compañía de artillería ligera. Podemos apreciar, pues, su disposición ofensiva. La caballería era un arma decisiva en ese tiempo. La disposición del Libertador, parecía tener no solo una tonalidad legal, sino también histórica, expresando lo siguiente en un decreto dictatorial (El Comercio, 2020):
“Consultando la dignidad del Gobierno y el aumento de la fuerza física que debe sostener la independencia del Perú, he dispuesto crear un cuerpo, cuyo eminente privilegio sea servir de modelo a los demás, por su valor en los combates y por su disciplina en todas las circunstancias. Por tanto, ordeno y establezco lo que sigue: Art. 1. Se formará un cuerpo denominado Legión Peruana de la Guardia, compuesto por ahora de un batallón de infantería, dos escuadrones de caballería y una compañía de artillería volante de cien plazas”.
En su segundo artículo, se nombre al marqués de Torre Tagle como comandante en jefe de la fuerza, ostentando el rango de “Mariscal de Campo”. Como jefe de batallón estaría el valeroso coronel Guillermo Miller; de los “Húsares”, el sargento mayor Eugenio Necochea. Para la artillería no se nombró un jefe (el decreto afirmaba que ese nombramiento sería posterior ) y hacía hincapié de que los veteranos que presenten su solicitud, podrían ser aceptados en la fuerza. Cada uno de estos hombres continuaría la titánica tarea de pelear por la libertad. Se trataba de un cuerpo de tropas que, desde un principio, mostró el rostro heterogéneo del Perú: sus integrantes eran los patriotas, luchadores de la causa libertaria; mulatos, mestizos, criollos, indígenas y desertores peruanos de los cuerpos realistas. Según “la tropa fue veterana, es decir, con experiencia porque provenía de la Milicia Cívica de Lima y desertores del Ejército realista, y de 600 indígenas que se enrolaron en el batallón de Infantería, cuyo comandante, el coronel Guillermo Miller, puso mucho empeño en la instrucción de sus hombres encontrando en ellos mucha disposición” y de paso, se encargó del diseño de sus uniformes y su ejemplo caló muchísimo en las generaciones que se formarían en ese cuerpo en adelante. (Geocities, 2016). En la infantería se distinguían fusileros, cazadores y granaderos, de acuerdo a la característica de los hombres.
Sería la Legión Peruana de la Guardia, la encargada de continuar las luchas por la independencia, hasta que se consolidó en los campos de Ayacucho, en 1824. Es el génesis de donde se fundamentaría el ejército que debería proteger a la nación peruana. Durante el siglo XIX, no hubo campaña donde la legión no haya asistido. Desde la frontera norte, pasando por bélicos hechos en las fronteras con Bolivia y Chile, los bravos legionarios fueron sentando las características principales del soldado peruano de hoy: valiente y resistente, capaz de tramontar cordilleras y selvas para cumplir la misión.
Por esta razón, reconocemos el 18 de agosto como el punto de partida del Ejército del Perú. Sus tradiciones se han perpetuado a través del tiempo y, a pesar de la modernidad y que siempre trata de mantenerse en la vanguardia del desarrollo, no olvida sus orígenes, llenos de gloria.
Autor: Teniente Coronel EP Jordan Torres Gómez
Bibliografía:
- El Comercio, D. (18 de Agosto de 2020). Diario El Comercio. Obtenido de https://elcomercio.pe/peru/bicentenario-ejercito-del-peru-revela-que-la-fecha-de-su-creacion-fue-el-18-de-agosto-de-1821-coronavirus-nnpp-noticia/?ref=ecr
- Geocities. (8 de Octubre de 2016). Geocities Historia. Obtenido de https://geocities.ws/gigantesdelcenepa/HMP/LEGIONPERUANA/historia.html