Del 10 al 12 de julio de 1911 se realizó el Combate de la Pedrera produciéndose enfrentamientos armados entre las fuerzas militares de Perú y Colombia, siendo el escenario bélico el río Caquetá. Fuerzas colombianas se habían posesionado de un territorio que en ese entonces era del Perú; ante este hecho, las fuerzas conjuntas del Ejército y de la Marina de Guerra del Perú consiguieron la retirada de los invasores tras una esforzada y arriesgada maniobra naval.
En el año de 1911, el gobierno colombiano a cargo de su presidente Carlos E. Restrepo, envió el 27 de enero una expedición militar al mando de los generales Isaías Gamboa y José María Valencia para que ocupen las zonas del territorio peruano, llegando inclusive hasta la Pedrera, ubicada en la orilla derecha del río Caquetá. Como respuesta, el Presidente Augusto B. Leguía envió las fuerzas militares que se encontraban en el norte del Perú al mando del entonces Teniente Coronel Óscar R. Benavides, quien partió en el mes de febrero desde Chiclayo con el Batallón de Infantería N° 9.
Este grupo de militares siguió una marcha sacrificada de cuarenta y cinco días cruzando los departamentos de Cajamarca, Amazonas y San Martín, llegando finalmente a Loreto. Estando ya Benavides en Iquitos, se embarcó con su batallón en una flotilla compuesta por la cañonera “América” de la Marina de Guerra, la cual se encontraba al mando del Teniente 1° José Manuel Sixto Clavero Muga, siendo apoyado por tres embarcaciones civiles, las lanchas “Loreto”, “Tarapoto” y “Estefita”. De esta manera navegaron por el río Amazonas y por el río Caquetá, hasta llegar el 10 de julio de 1911 al lugar denominado La Pedrera, un lugar que destacaba por un conjunto de rocas en el lecho del río y sus orillas.
“La misión encomendada al batallón, de recuperar el territorio patrio invadido por un enemigo de la Nación, es la misión más honrosa que se ha confiado a todo cuerpo regularmente constituido…debemos cumplir la misión que hasta acá nos ha traído, obteniendo una victoria que dé gloria a la Patria…
Mañana, a nuestro regreso, estaremos orgullosos de haber cumplido con dar el ejemplo de la manera como un soldado peruano debe cumplir la misión que la Patria le confía”. Estas palabras del Teniente Coronel Oscar R. Benavides, primer jefe de la unidad, a los integrantes del Batallón de Infantería Nº 9, fueron pronunciadas en el río Caqueta, el mismo 10 de julio, minutos antes del inicio de las operaciones de desalojo de las tropas colombianas estacionadas en “La Pedrera”.
Benavides envió al subteniente Alberto Bergerie, con un ultimátum dirigido al comandante de las tropas colombianas, general Isaías Gamboa, conminándole a que desocupase dicha posición, brindando garantías y facilidades para su traslado a la margen opuesta del río. Ante ello, el jefe colombiano respondió que para retirarse necesitaba una orden de su gobierno; tras una nueva notificación, se produjo un enfrentamiento entre las embarcaciones peruanas y las tropas colombianas. A los pocos minutos de iniciado el combate, el subteniente Bergerie, cayó mortalmente herido sobre la cubierta de la ¨América¨; al acercársele el comandante Benavides para prestarle ayuda, el moribundo le dijo con espartana heroicidad: “No es nada mi comandante”. Al seguir haciendo esfuerzos sin poder articular palabras, se le proporcionó papel y lápiz, alcanzando a escribir “Viva…”. Mientras esto sucedía, la lancha “Loreto” se hallaba en pleno combate, cayendo también mortalmente herido el teniente César Pinglo.
Posterior a los enfrentamientos armados, la cañonera “América” llegó a Iquitos el 31 de julio, trasladando a los heridos y enfermos, entre ellos el teniente primero Manuel Clavero Muga que adolecía de fiebre amarilla falleciendo a consecuencia de ello el 12 de agosto de 1911; asimismo, se trajo al mayor Manuel Ramírez Hurtado, herido en combate, falleciendo el 13 de agosto de 1911.
El Combate de La Pedrera, es un hecho resaltante de la historia del Perú, porque significó el traslado de un Batallón del Ejército desde la costa norte hasta la selva nororiental, en tiempos donde no habían medios de transporte adecuados; asimismo, por el arrojo y pericia de los marinos peruanos que surcaron sus naves por una zona rocosa y peligrosa del río Caquetá, sorteando un obstáculo natural para cumplir su cometido.
El valor y amor a la Patria de quienes se enfrentaron en esta contienda bélica y ofrendaron su vida en defensa de nuestro territorio, es un hito de nuestra historia que merece ser recordado.
Autor: Teniente Coronel EP Gino Raúl Fuentes Morante