CAPITÁN FAP JOSÉ ABELARDO QUIÑONES, UN HÉROE EN EL AIRE

“Entrego a la Fuerza Aérea del Perú los restos de quien supo honrar a su patria, a su pueblo y a su fuerza armada. Mi pueblo rinde homenaje al pueblo peruano, dignamente encarnado en la figura heroica de José Abelardo Quiñones Gonzales”. Estas fueron las palabras del coronel ecuatoriano Octavio Ochoa, jefe de la IV Zona Militar, el 19 de octubre de 1941, tres meses después de la inmolación de Quiñones.

Este acto simboliza la grandeza de un hombre y de un soldado en su máxima expresión, porque no es común que el enemigo reconozca y admire el sacrificio, heroísmo y glorifique las acciones realizadas en su contra.

José Abelardo Quiñones Gonzáles nació el 22 de abril de 1914 en el puerto de Pimentel, Chiclayo. Desde temprana edad despierta su interés por la aviación. Siendo un estudiante en el Colegio Nacional San José de Chiclayo, fue influenciado por Karl Weiss, profesor alemán que importó planeadores y enseñaba a sus alumnos a ensamblar y a volarlos. José Quiñones fue uno de los alumnos más interesados en esta clase.

En 1935, ingresó a la Escuela Central de Aviación “Jorge Chávez”, si ya desde su etapa escolar presentaba afición por la aeronáutica, con 20 años, no fue diferente pues durante su vida de cadete. Destacó entre su promoción demostrando ser un piloto con excelentes cualidades, tanto así que fue elegido para la demostración de vuelo el día de su graduación, realizando la hazaña del vuelo invertido a un metro y medio del suelo, con lo que demostró su gran valor y coraje, venciendo el miedo.

Inició su vida de Oficial en el Escuadrón de Aviación N.º 4 de Ancón, sin embargo, debido a su gran capacidad para volar, es rápidamente destacado al XXI Escuadrón de Caza, con sede en Chiclayo. Asciende a Teniente en enero de 1940,  y encontrándose en Chiclayo como piloto de Caza, integró la Unidad de Paracaidistas del Cuerpo Aeronáutico del Perú, grupo que participó tiempo después, en la primera y exitosa operación aerotransportada de salto en Latinoamérica.

En 1941, durante el conflicto con Ecuador, se misionó a la Primera División Ligera del Ejército para recuperar la frontera, la acción en la que se le designa a Quiñones para apoyar desde el aire con fuegos y reconocimiento en Quebrada Seca.

Durante la operación, en la mañana del 23 de julio, Quiñones descendía para bombardear la zona; su avión fue impactado por el fuego antiaéreo enemigo, ocasionándole graves daños materiales, si bien pudo activar su paracaídas, prefirió realizar un giro y dirigirse hacia la batería enemiga, con esta heroica acción logró destruirla por completo al estrellarse contra ella.

Tal cual Bolognesi en Arica y Grau en el Huáscar; Quiñones se inmoló, y se elevó a la eternidad. Su sacrificio, junto al de Grau y Bolognesi, presentan un aspecto en común y es; el desprendimiento demostrado y su amor a la patria, evidenciado a través del sacrificio de su propia vida. Sin embargo, hay algo que diferencia a Quiñones y aunque resultará un poco cuestionable y tal vez genere discrepancias es atrevido decirlo en las siguientes líneas.

Bolognesi fue sin duda un valiente en Arica, estaba rodeado por las fuerzas chilenas, sabía que su lucha tendría escasas posibilidades de obtener una victoria, por lo tanto su muerte era casi segura y aun así; no se rindió. Grau fue un brillante estratega y táctico del mar, era muy valiente y honorable, y a pesar de saber que el enemigo era superior en medios en el mar, él seguía haciéndoles frente con coraje y valentía, encontrando la muerte por acción del enemigo en Batalla.

Bolognesi murió con 63 años en batalla y Grau con 45 ya vividos. Quiñones era un joven de 27 años de edad, no es difícil reconocer que a esa edad, las prioridades son diferentes. Un joven con 27 años tiene en mente sus proyecciones en la vida, sus anhelos, metas y sueños. La madurez emocional de Grau y Bolognesi había marcado el camino a la gloria, entonces aquí resalto lo más admirable de Quiñones, y se traduce a la siguiente pregunta: ¿Cómo es que un joven de 27 años con tantos sueños, anhelos, metas y deseo de vivir; renuncie a todo ello? ¿Cómo es que un joven, pudiendo salvar su vida sin dejar de ser héroe, prefiera inmolarse de manera consiente hasta el último segundo, por lograr un objetivo militar?

La respuesta la dejo a libre deducción, pero sí es claro que de esta manera Quiñones logró posicionarse en el país como uno de los héroes nacionales de más trascendencia y gloria, quien demostró gran valor y patriotismo. Él representa el coraje y valentía del joven peruano que cuando es solicitado a defender a su patria; deja relucir su arrojo y raza guerrera.

Autor: Teniente Coronel EP Jordan Torres Gómez

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