El Contralmirante chileno Williams Rebolledo fue nombrado Jefe de la escuadra al principio de la infausta guerra que sorprendió al Perú y Bolivia; sin embargo, no supo responder a la alta confianza en él depositada por su gobierno contribuyendo a ello su poca pericia y falta de iniciativa, lo cual permitió el facilitarnos el movimiento de pertrechos y efectivos al Sur de la República, durante dicho acontecimiento que daría origen a esa grandiosa epopeya de heroísmo cuyas primeras páginas se escribieron el 2 de noviembre de 1979 en la caleta de Pisagua, peleando mil hombres contra diez mil, y sufriendo además el bombardeo de 19 buques de guerra durante 7 horas y el último en el Morro de Arica, donde 1850 hombres resistieron el empuje de 7,000 “Hasta quemar el último cartucho”.
Por un poco más de 40 días el plan de acción de Rebolledo fue el bloqueo de Iquique, lo cual significó la inoperancia de su escuadra ya que sus buques no pudieron impedir por su estancamiento en dicho puerto que siguiéramos transportando efectivos del Ejército, lleváramos elementos de artillería para reforzar Arica, Pisagua y reforzáramos la defensa de Iquique, realizándose otras obras de importancia en la región, así como el seguir manteniendo el transporte del salitre por otros puntos del litoral.
Luego de esos 40 días de inmovilidad de su escuadra, se dispuso a bloquear el Puerto del Callao con resultados nefastos para las armas chilenas como lo fue el bloqueo de Iquique. En dichas circunstancias, mientras se dirigía al Callao queriendo sitiar a nuestra escuadra, nuestros buques hundía en el océano a una fragata enemiga: capturaba un transporte de guerra que llevaba un regimiento de caballería chileno; apresaba cinco buques cargados con metales y carbón; apagaba los fuegos de las batería de Antofagasta; fondeaba en Caldera burlando en todo momento a la poderosa escuadra chilena que, en represalia, destruía con el uso de sus armas las propiedades neutrales en el puerto de Mollendo, Pisagua, Pabellón de Pica, Huanillos, etc., hechos vandálicos que se consumaron sin ninguna resistencia, dando lugar a enérgicas protestas consulares que repercutieron en el parlamento Inglés.
Siendo el 16 de mayo de 1979, ante el desprestigio que tomaba su nombre por la conducta observada, el Contralmirante Rebolledo decidió llevar al Callao sus poderosas naves con el fin de sorprender a los buques peruanos surtos en dicha bahía, valiéndose de la obscuridad de la noche, apresarlos sorpresivamente durante sus salidas del puerto evitando el combate con ellas y con las fortificaciones del Callao, no era el valor la característica más saltante de dicho marino, en palabras dichas por sus propios coterráneos.
El mismo día en que zarpaba Rebolledo presto a poner en marcha su plan, salían del Callao el monitor “Huáscar” y la fragata “Independencia” escoltando tres transportes que llevaban al Presidente del Perú General Mariano Ignacio Prado el cual se había hecho cargo de la dirección general de la guerra. Los transportes conducían 2000 soldados, así como recursos y materiales para la campaña.
Si el plan de Rebolledo se hubiera cumplido cuatro días antes, hubiera triunfado o hubiera impuesto como única alternativa de acción una solución negociada a favor de las fuerzas chilenas, ya que no se hubiera podido socorrer en esas circunstancias al pequeño ejército que se encontraba en el Sur, pudiendo en dicho caso desembarcar Chile sus tropas en el lugar del litoral más conveniente a sus intereses, es decir los 10,000 hombres que tenía listos en Antofagasta, para atacar por mar y tierra a Iquique y destrozar el ejército boliviano que llegaba para unirse con sus aliados en ese puerto.
Cuatro días después de su zarpe del Callao, llegaba a Arica la flotilla peruana sin contratiempo, en tanto el enemigo la buscaba por el Norte. El 20 de mayo zarpaba el “Huáscar” y la “Independencia” con rumbo a Iquique.
En la mañana del 21 de mayo arriban ambas naves peruanas a la altura de Iquique avistando a la Fragata “Esmeralda”, la cañonera “Covadonga” y transporte “La Mar”, que mantenían el bloqueo del puerto.
Romper el bloqueo era cosa sencilla por la superioridad peruana sobre el enemigo, iniciándose el combate con gallardía por ambas partes.
El éxito se palpaba: los buques chilenos eran de madera y los nuestros blindados, siendo nuestra artillería superior; pero la cercanía de los buques no permitía el empleo eficiente de la ventaja artillera y solo en esa oportunidad se les ocasionó pequeños daños en el aparejo de sus naves.
El Comandante Grau ordenó al Comandante More de la “Independencia” atacar con el espolón a la “Covadonga”, al tiempo que el atacaba con el Monitor a la “Esmeralda” no haciéndose esperar el resultado después de ser atacada tres veces, dicha unidad empezó a sumergirse majestuosamente en el océano con el pabellón a tope en señal de no haberse rendido.
Los fuertes espolonazos hicieron caer sobre la cubierta del Monitor a su Comandante Arturo Prat y a un sargento de la guarnición de la Fragata M. Aldea quienes fueron muertos en el acto por la tripulación peruana, sin que pudiera evitarlo el Comandante Grau u otro de los jefes.
En tanto, el mar estaba cubierto de náufragos, y Grau tan valiente en el combate como humano y generosos en el triunfo, dejó huir al transporte La Mar, ocupándose de recoger a los valerosos tripulantes de la Esmeralda, atendiéndoles con ropa para cubrir su desnudez y consolándolos en su desgracia, hasta el punto de arrancarles el grito de gratitud: ¡VIVA EL PERÚ GENEROSO!
En oposición a este cuadro, mientras la Fragata “Independencia” se encontraba en persecución de la Cañonera “Covadonga” quien dio rienda suelta a su andar rehuyendo de su enemigo pegándose a tierra, el infortunio se hizo presente al chocar la “Independencia” contra un arrecife oculto no señalado en la carta de navegación, cambiando la escena ya que la nave perseguida al ver la situación de indefensión de la “Independencia” viró en redondo y empezó hacer fuego sobre ella.
Al hundirse la Fragata “Independencia” y arrojarse su tripulación al mar buscando la salvación no encontraron socorro alguno, pues el enemigo hacía de ellos cobarde cacería con sus rifles.
¡Nefasto contraste! … allá la nobleza del alma sobreponiéndose a los ímpetus coléricos del patriotismo; aquí la infamia cebándose cobardemente en la debilidad.
Allá la nobleza … aquí la infamia.
La obra destructora de la “Covadonga” no pude llegar a concluir con el asesinato de todos los náufragos de la Independencia por la afortunada llegada del “Huáscar”, el Comandante de la “Covadonga” C. Condell al avistar el “Huáscar” que se acercaba, se dió a la fuga, convirtiéndose en el “héroe de la casualidad”, nombre dado por sus paisanos.
Arturo Prat luchó valerosamente sin arriar el pabellón de su buque, cayó como caen los hombres: sin implorar misericordia, no obstante, la vanidad chilena ha querido hacer de él una personalidad gigantesca y los atributos que se le hacen pecan de exagerados.
Aseverar que trató de abordar al Huáscar, dada las condiciones de la “Esmeralda” y su tripulación, así como las condiciones marineras y la tripulación del “Huáscar”, no cabe en el límite de lo posible. De otro lado, no existió ninguna orden de abordaje ni de Prat ni de ninguno de sus oficiales, prueba de ello, es que la tripulación se lanzó al mar para salvarse, siendo recogida sin ropa por qué aligeraron sus prendas para poder sostenerse flotando en el agua.
Más allá del fragor del combate Don Miguel Grau tuvo un gesto más que lo enaltece al entregarle días después las prendas de Arturo Prat a la viuda de éste, con una carta que lo encumbra a la eternidad, resaltando sus virtudes de “Caballero de los Mares” y hoy “El Peruano del Milenio”.
La carta dice así:
Monitor Huáscar
Pisagua, junio 2 de 1879
Señora Carmela Carbajal de Prat
Dignísima señora
Un sagrado deber me autoriza dirigirme a usted y siento profundamente que esta carta, por las luchas que va a rememorar, contribuya a aumentar el dolor que justamente hoy debe dominarla. En el combate naval del 21 próximo pasado, que tuvo lugar en las aguas de Iquique, entre las naves peruanas y chilenas, su digno y valeroso esposo el Capitán de Fragata Arturo Prat Comandante de “La Esmeralda” fue como usted no lo ignorará ya víctima de su temerario arrojo en la defensa y gloria de la bandera de su patria.
Deplorando sinceramente tan infausto acontecimiento y acompañándola en su duelo. Cumplo con el penoso deber de enviarle para Ud. inestimables prendas que se encontraron en su poder y que son las que figuran en la lista adjunta. Ellas le servirán indudablemente de algún pequeño consuelo en medio de su desgracia y por eso me he anticipado a remitírselas.
Reiterándole mis sentimientos de condolencia, logro señora la oportunidad para ofrecerle mis servicios, consideraciones y respeto con que me suscribo de Ud. señora muy afectísimo seguro servidor,
Miguel Grau
La respuesta a dicha carta no se dejó esperar, y el 1° de agosto de 1879 la esposa del Comandante Prat reconoce los dotes de caballero del peruano del milenio con una bellísima carta de respuesta, que paso a resumir a continuación:
Señor don Miguel Grau
Distinguido señor
Recibí su fina y estimada carta fechada a bordo del “Huáscar” el 2 de junio del corriente año. En ella, con la hidalguía del caballero antiguo, se digna Ud. acompañarme en mi dolor, deplorando sinceramente la muerte de mi esposo y tiene la generosidad de enviarme las queridas prendas que se encontraron sobre la persona de mi Arturo, prendas para mí de un valor inestimable por ser, o consagradas por su afecto, como los retratos de familia, o consagradas por su martirio como la espada que lleva su adorado nombre.
Al proferir las palabras de martirio…(Sigue)…Un jefe semejante, un corazón tan noble, se habría estoy segura interpuesto, a haberlo podido, entre el matador y su víctima y habría ahorrado un sacrificio tan estéril para su patria como desastroso para mi corazón.
A este propósito no puedo menos que expresar a Ud. que es altamente consolador en medio de las calamidades que origina la guerra presenciar el grandioso despliegue de sentimientos magnánimos y luchas que hacen revivir en esta América las escenas y los hombres de la epopeya antigua.
Profundamente reconocida por la caballerosidad de los procedimientos hacia mi persona y por las nobles palabras con que digna honrar la memoria de mi esposo, me ofrezco muy respetuosamente de Ud. atta. y affma. SS
Carmela Carvajal de Prat.
Autor: Contralmirante (r) Julio Roncagliolo Goytizolo, docente facilitador de la ESCOFFAA.
Referencias:
- Mantilla V. et al (1979) Nuestros Héroes. Episodios de la Guerra del Pacifico. Imprenta del Ministerio de Guerra. Lima, Perú.
- Marina de Guerra del Perú (1978). A la Gloria del Gran Almirante del Perú Miguel Grau. Lima, Perú.
- López, Jacinto (1976). Historia de la Guerra del Guano y del salitre. Instituto de Estudios Histórico-Marítimos del Perú. Lima, Perú.