COMBATE NAVAL DE IQUIQUE

Como antecedente del combate naval de Iquique, queremos destacar que el país de Chile contaba con la supremacía naval en el Pacífico, lo cual le era indispensable para el desarrollo de la guerra. A fines del año 1879, había ocupado la provincia de Tarapacá y a comienzos de 1880, también lo había hecho con Tacna y Arica. Bolivia, que era nuestro aliado, había abandonado la guerra.

En este sentido, queremos hacer notar que el país de Chile, para el logro de sus objetivos, se encontraba preparado para este conflicto, con la debida anticipación, pero específicamente por el gran interés que tenía por mantener el negocio del salitre en el desierto de Atacama, lo que había provocado gran tensión, entre Chile y Bolivia, a quien le pertenecía este territorio.

Al país de Chile -ya que afectaba su progreso económico y el logro sus fines- le era indispensable contar con la supremacía naval sobre el Pacifico, en las áreas de Perú, Bolivia y Chile, puesto que esto le permitía conquistar las zonas costeras del desierto de Atacama y afectar, de ser necesario, al esfuerzo militar del Perú, en caso apoyara al país de Bolivia, tal como sucedió realmente.

Para que sirva como referencia, la escuadra chilena estaba constituida por sus fragatas blindadas y que eran gemelas, la Cochrane y la Blanco Encalada, además disponía de las corbetas Chacabuco, O’Higgins, Esmeralda y Abtao, la cañonera Magallanes y la goleta Covadonga, todas de madera.

Los buques de la escuadra peruana eran la fragata blindada Independencia y el monitor blindado Huáscar. Además, tenía a los monitores fluviales Atahualpa y Manco Cápac, la corbeta de madera Unión y la cañonera de madera Pilcomayo.

Durante la campaña marítima de Chile contra el Perú en 1879, su objetivo era asfixiar la economía peruana de exportación y forzar la salida de la escuadra peruana del Callao a fin de que la batalla se realice en altamar; siguiendo este plan, bloqueó el puerto peruano de Iquique desde el 5 de abril.

El día 16 de mayo, salió el grueso de la flota chilena -excepto los buques Esmeralda y el Covadonga que se quedaron al mando de Prat con el fin de mantener el bloqueo del puerto peruano de Iquique-, con dirección al Callao para batir a la flota peruana. El mismo día, por coincidencia, salió Grau del Callao, por disposición del alto mando, con el Huáscar y el Independencia hacia el sur, que eran nuestros buques emblemáticos, rumbo a Arica. La finalidad era de romper el bloqueo que mantenía Chile en ese puerto. Ambas escuadras, se cruzaron durante su travesía en alta mar, sin avistarse.

El 21 de mayo, se produjo en Iquique un combate naval, entre la escuadra peruana y la chilena, frente al puerto de Iquique. Las naves chilenas, tanto la corbeta Esmeralda y la goleta Covadonga, se encontraban fondeadas a 2.7 km del faro del puerto de Iquique, y cuando los navíos peruanos Huáscar e Independencia se acercaban, fueron avistados por sus vigías. Ante ello, sus naves levaron anclas y su comando dispuso que se prepararan para el combate; igualmente los navíos peruanos se prepararon para entrar al combate, enfrentándose Grau al mando del Huáscar con el Esmeralda, que es el navío que estaba más próximo al puerto.

La Covadonga, se dirigió hacia el sur, navegando pegado a la costa siendo seguida por fragata Independencia; esta última, en su afán de espolonear a la nave chilena, encalló y fue bombardeada en el combate de Punta Gruesa.

El inicio del combate naval entre Grau y Prat se desarrolló sin mayores consecuencias, pero los movimientos iniciales de la Esmeralda provocaron que estallaran dos de sus calderas, lo que hizo que redujera su velocidad inicial de seis a dos nudos y obligó que Prat ubicara su nave a 200 metros de la playa.

Durante el combate los tiros de Grau no fueron efectivos y caían inicialmente sobre la población, pero luego empleo su espolón, enfilando su proa al costado de babor de la Esmeralda, lo que no permitió que Prat lograra esquivar el golpe; al chocar, el Huáscar disparo sus cañones de diez pulgadas a corta distancia, produciendo la muerte de entre 40 a 50 marineros y soldados, asimismo, el Esmeralda realizó fuertes descargas de sus baterías y fusilería, pero que no causó estragos en el Huáscar. Al estar cerca de la cubierta del Huáscar, Prat, el Comandante del Esmeralda, saltó a la cubierta del Huáscar y al tratar de avanzar fue alcanzado por disparos de un marinero peruano, provocándole su muerte. Grau intento salvar su vida, pero lamentablemente, ya no pudo hacer nada.

El comandante Grau quería que sus adversarios se rindieran, por lo que retiró el Huáscar después del espolonazo. Al ver que la tregua no daba resultado, Grau decidió espolonear nuevamente a la Esmeralda, lanzándose a toda velocidad sobre ella, ahora por el costado de estribor. El Tte. 1ro Luis Uribe Orrego, quien quedó al mando de la Esmeralda, trató de maniobrar al igual que lo hizo Prat presentando su costado en forma oblicua al espolón del monitor Huáscar, pero esta provoco que se abriera una vía de agua, ingresando a raudales lo cual afectó a las máquinas y dejó al buque a la deriva y sin municiones.

Se efectuó un segundo intento de abordaje chileno, que también resultó infructuoso, cayendo sobre la cubierta del monitor. Tras 20 minutos, se efectuó el tercer impacto con espolón acompañado de dos cañonazos. La corbeta Esmeralda se inclinó de proa y empezó a hundirse y, a las 12:10 de ese día, se hundió. Grau, antes de avanzar para reunirse con la Independencia, dispuso el salvataje de los 57 náufragos de la Esmeralda. En forma total, el Huáscar disparó 47 proyectiles y recibió el impacto de 6 bombas y 23 balas, asimismo los chilenos tuvieron 143 muertos y los peruanos perdieron al Teniente 2do Jorge Velarde y siete marineros heridos.

Es importante resaltar el profesionalismo y persistencia de Miguel Grau, quien no dudó en emplear todos los recursos disponibles de la nave bajo su mando, y cumplir el objetivo de hundir al enemigo; a su vez, el reconocer su actitud magnánima de rescatar a los náufragos, además de sus dotes de caballero al enviar las prendas personales del comandante Prat a su viuda, días después de ocurrido el combate; él habría podido conservar como trofeo de guerra, pero no fue esa su decisión.

Autor: General de Brigada Juan Autero Villagarcía, docente facilitador de la Escuela Superior Conjunta de las Fuerzas Armadas

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