En el presente año, la Escuela Superior Conjunta de las Fuerzas Armadas (ESCOFFAA), celebra el décimo quinto aniversario de su creación. Como lo indica su Proyecto Educativo Institucional, es la institución educativa de educación superior a nivel de posgrado que brinda educación conjunta al más alto nivel en el sistema educativo del sector Defensa, cuya función es la especialización y perfeccionamiento para la interoperabilidad y accionar conjunto; así como, en las áreas del conocimiento científico, tecnológico y humanístico.
Desde su creación, en el año 2008, las diferentes administraciones a cargo de su dirección y conducción han tenido que afrontar múltiples desafíos para garantizar el cumplimiento de su misión; la misma que está relacionada con el desarrollo de competencias profesionales orientadas a fomentar la interoperabilidad y el accionar conjunto de las Fuerzas Armadas, en los niveles estratégico, operacional y táctico, a fin de contribuir a la consecución de los roles estratégicos de las Fuerzas Armadas.
Como lo señalé en mi discurso de orden, con ocasión de la celebración del octavo aniversario institucional, publicado por la revista Pensamiento Conjunto, estas tareas estuvieron enmarcadas—desde el inicio de su funcionamiento—, en el ámbito de las diferentes tendencias que se presentaron, en su oportunidad, a partir de las experiencias que los países desarrollados obtuvieron de las grandes batallas y lecciones aprendidas durante la Primera y Segunda Guerra Mundial, y la guerra de Vietnam, las fallas en la dirección y conducción de las diferentes operaciones conjuntas en las guerras del Golfo Pérsico, las fallas que se presentaron en la interoperabilidad para el uso adecuado y eficiente de las diferentes capacidades de los diferentes ejércitos, la aparición de nuevos conceptos de la guerra como “la guerra irrestricta” en la cual, la aplicación de los conceptos tradicionales del uso de la fuerza parecen haber caído en la obsolescencia. Así las cosas—indicaba en esa oportunidad—estos países dedicaron tiempo para la realización de minuciosos trabajos de investigación con la finalidad de reformar sus Fuerzas Armadas y adecuarlas para su mejor empleo y evitar, en lo posible, la menor pérdida de vidas humanas y un mayor costo político que haría inmanejable el logro de los objetivos políticos por alcanzar. Consideraron, además, que las operaciones militares exitosas son las “operaciones conjuntas” y reconocieron la necesidad de lograr un mayor esfuerzo conjunto en cada uno de los niveles de la guerra (táctico, operacional y estratégico). La idea era la necesidad de “alcanzar una interdependencia conjunta”
Las recomendaciones de los grupos de trabajo de alto nivel que fueron conformados para enfrentar este problema, estuvieron encaminadas en la necesidad de establecer un proceso de educación y adiestramiento conjunto para los oficiales y personal subalterno, el mismo que debería ser impartido en los diferentes centros de formación, capacitación y adiestramiento. En el caso específico de los Estados Unidos de Norteamérica, tuvieron que pasar trece años de la guerra del Golfo conocida como “La Tormenta del Desierto”, para que el Congreso aprobara y estableciera la Ley Goldwater-Nichols, la misma que convirtió en Ley la planificación para las Operaciones Conjuntas y para la Fuerza Conjunta.
La tendencia, entonces fue y, es ahora, la “capacitación conjunta” para lograr el accionar conjunto de los diferentes componentes de una fuerza operacional. La tarea que implica su implementación, involucra cambios en las culturas institucionales, que—por experiencia—sabemos que no es ni será una tarea fácil de llevar a cabo.[1]
En el caso del Perú—señalado anteriormente en el discurso de orden publicado en la revista Pensamiento Conjunto—las experiencias del conflicto con el Ecuador (1981), así como el conflicto del Cenepa (1995) y la guerra interna contra los remanentes de “Sendero Luminoso” en el VRAEM, han motivado la urgente necesidad de propiciar “el accionar conjunto” y la de crear una Escuela Superior Conjunta; la misma que ha sido producto de un proceso iniciado en el año 2007 basado, entre otros, en la Constitución Política del Perú, la Ley General de Educación, así como en la Ley del Ministerio de Defensa y en su Reglamento de Organización y Funciones. Así mismo, este proceso tuvo su primer apoyo en la reestructuración integral de las Fuerzas Armadas, elaborada por la comisión designada para tal fin, y cuyo informe final, aprobado por la R/S N°38 DE/SG de fecha 8 de marzo del 2002, estableció la necesidad de reestructurar la currícula de los centros académicos de las FF.AA, elevando el nivel y la exigencia académica, dando énfasis y prioridad a las operaciones y accionar conjuntos, y a la integración operativa de las Instituciones Armadas.
Este informe fue avalado, así mismo, por el Acuerdo Nacional, suscrito el 22 de julio del 2002, que en su vigésima quinta política establece que “el Estado promoverá unas Fuerzas Armadas modernas, flexibles, eficientes, eficaces y de accionar conjunto, regidas por valores éticos y morales propios de la democracia.”
Esta política fue tenida en cuenta por el Ministerio de Defensa en julio del 2007. Para tal fin emitió la Directiva N°009 MINDEF del 26 de julio que establecía la creación e implementación del Curso de Comando y Estado Mayor de las Fuerzas Armadas a partir del 2008, quedando pendiente la emisión de los dispositivos legales correspondientes a la creación de la Escuela Conjunta; la misma que se produjo, seis años después, cuando por R/M de abril del 2013, resuelve crear la “Escuela Conjunta de las Fuerzas Armadas”, encargada de desarrollar los Programas de Educación Conjunta. Posteriormente, con Resolución Ministerial N°652-2021-DE del 03 de noviembre del 2021, el Ministerio de Defensa cambio su denominación por la de “Escuela Superior Conjunta de las Fuerzas Armadas.”
Al inicio de sus funciones (2008), bajo la alta dirección del entonces, Capitán de Navío Juan Polo Wood y, con las nuevas políticas, leyes y reglamentos que se emitieron con posteridad, se aprobó la visión del Sistema Educativo y los Objetivos Estratégicos del Sector Defensa en materia educativa, de acuerdo a la cual, la alta dirección se fijó el objetivo de perfeccionar al personal del sector mediante procesos educativos de excelencia y sólida doctrina. El Ministerio de Defensa determinó la necesidad de alcanzar niveles de estandarización de la instrucción y doctrina, a fin de lograr óptimos resultados en el accionar conjunto de las Fuerzas Armadas. La estrategia que se estableció para lograr este objetivo fue reestructurar los cursos de perfeccionamiento en base al enfoque por competencias, orientados a obtener la capacidad para participar en operaciones militares conjuntas.[2]
Esta perspectiva, sin embargo, debe señalarse, no ha sido fácil de alcanzar; debido a que las organizaciones internas de cada Instituto Armado están diseñadas para desempeñar funciones relacionadas con el mantenimiento del material del cual disponen, así como ejecutar aquellas tareas de entrenamiento para el óptimo empleo de sus capacidades operacionales, cuando así lo demande las tareas estratégicas que deben cumplir para contribuir con el desarrollo nacional y garantizar la seguridad y defensa de nuestra nación. Por paradójico que parezca, el “espíritu institucional prima sobre el espíritu conjunto”.
Desde mi particular punto de vista, esta primacía del “espíritu institucional” sobre “lo conjunto”, pasa por no comprender a cabalidad que el objetivo político de la guerra convencional se obtiene en tierra y no obteniendo el control del mar o la superioridad aérea en un determinado espacio del “teatro de guerra”. Es necesario comprender que las fuerzas navales y aéreas se constituyen en apoyo al esfuerzo principal a cargo del ejército de tierra para lograr el objetivo político de la guerra. En otras palabras, la guerra naval y la aérea pueden contribuir a alcanzar el propósito general de la guerra. De igual manera, ocurre en una guerra de tipo “no convencional”. Es necesario comprender que, para contrarrestar adecuadamente la estrategia subversiva que organiza y explota el control de un determinado “espacio”—en un área de operaciones determinada—, para ganar “tiempo” con la finalidad política de ganar la “voluntad” de la población mediante la “movilización política”; resulta indispensable apoyar las operaciones que realizan las fuerzas contrasubversivas de tierra con la finalidad de debilitar la voluntad de lucha del enemigo con el apoyo decisivo de la población, que se constituye en el centro de gravedad de este tipo de conflictos.
Como resulta lógico comprender, lo anteriormente señalado requiere una adecuada preparación de los oficiales de Estado Mayor, en los aspectos de estrategia general, operacional y táctica; así como en los procesos de planificación, de acuerdo a principios y procedimientos doctrinarios conjuntos, que permitan enfrentar con éxito este tipo de conflictos. La ejecutoria de estos aspectos demandan la asignación del tiempo necesario para la discusión de sus diferentes conceptos relacionados y su puesta en práctica mediante ejercicios de “juego de guerra” que permitan verificar a pertinencia de los diferentes criterios de dirección y conducción de lo planificado.
Otros aspectos relacionados con la preparación de los oficiales de Estado Mayor, están relacionados con la organización de las fuerzas, tanto para el frente externo como para el frente interno, la asignación de medios y la logística que es necesaria para el apoyo de las operaciones conjuntas que deben realizar. Estos aspectos resultan cruciales en su preparación, considerando que, de las experiencias obtenidas en el campo de batalla –tanto en el frente externo (conflictos con Ecuador) como en el frente Interno (contra SL y el MRTA)—, se han obtenido “lecciones aprendidas” que deben transmitirse a través de juegos de guerra o discusiones grupales. Resulta necesario, por lo tanto, asignar el tiempo necesario a la Escuela Superior Conjunta de las Fuerzas Armadas, para que pueda desarrollar de la manera más eficiente posible las tareas de preparación que se le ha asignado.
Pese a las dificultades que se han presentado durante los quince años de vida que tiene nuestra Escuela y que hoy celebramos, se han producido cambios cualitativos sustanciales en el pensamiento de los Oficiales Alumnos que han egresado de sus aulas, cuyo beneficio, la nación peruana mañana más tarde reconocerá con creces. Los Oficiales egresados comprenden hoy que los escasos recursos que la nación asigna para su defensa no deben ser disputados sino compartidos racionalmente, es decir, que deben ser asignados para la adquisición de los medios que permitan lograr las capacidades debidamente priorizadas.
También es pertinente resaltar algunos logros que se han alcanzado durante las diferentes gestiones a cargo de la alta dirección de la ESCOFFAA. Algunos de ellos son los siguientes: 1) El Proyecto Educativo Institucional 2023-2025, que establece los Objetivos Estratégicos de la ESCOFFAA, debidamente articulados con los Objetivos y Acciones Estratégicos del Plan Estratégico Institucional del Ministerio de Defensa. 2) La certificación de la Escuela Superior Conjunta de las Fuerzas Armadas con la ISO 21001:2018, siendo la primera escuela superior del sector Defensa en alcanzar este estándar internacional que especifica los requisitos de un sistema de gestión para organizaciones educativas, con el propósito de optimizar su servicio para superar las expectativas de alumnos, académicos, personal y otros beneficiarios. 3) La inclusión en el presupuesto del Ministerio de Defensa, la futura construcción del nuevo local de la ESCOFFAA.
Muchas experiencias serían importantes señalarlas y resaltarlas como parte de la celebración del décimo quinto aniversario de la Escuela Superior Conjunta de las Fuerzas Armadas de nuestro país; pero la brevedad del espacio asignado al presente artículo lo impide. Sin embargo, no quisiera pasar por desapercibido el espíritu de cuerpo que anima y ha animado siempre a las diferentes dotaciones de oficiales que han formado parte de las diferentes gestiones para el logro de su misión. Para tal fin me permito hacer referencia a lo que el Almirante William H. McRaven señala en su libro “Tiende tu cama”, que estoy seguro muchos lo han leído: “Si quieres cambiar el mundo, empieza por tender tu cama”, “Si quieres cambiar el mundo, encuentra a alguien que te ayude a remar”.
Creo que para cambiar la paradoja de que el “espíritu institucional prima sobre el espíritu conjunto”; es decir, si queremos cambiar para que lo conjunto prime sobre lo institucional, debemos empezar por “tender nuestra cama” y “encontrar a alguien que nos ayude a remar” en ese sentido.
Autor: Contralmirante Eloy Ledesma Rebaza,
docente facilitador de la Escuela Superior Conjunta de las Fuerzas Armadas.
- Contralmirante (r) Ledesma Rebaza, E. 2015. “Discurso de orden con ocasión de la celebración del octavo aniversario de creación de la Escuela Conjunta de las Fuerzas Armadas”; Revista Pensamiento Conjunto, edición N°1 año: 3, pp 6-10.
- Contralmirante (r) Polo Wood, J. 2008. “Escuela Superior de las Fuerzas Armadas”, publicado en la Revista del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas.