En 1911 se tuvo noticias de la incursión del Ejército Colombiano en territorio peruano, en una zona delimitada por el río Caquetá, conocida como La Pedrera. En vista que las tropas colombianas se negaban a abandonar el área, la cañonera América comandada por el Teniente Primero Manuel A. Clavero, recibió la orden de salida del gobierno peruano. Es así que Clavero realizó, luego de su primera partida, una segunda aproximación para cumplir su misión. En la cañonera se transportó al Batallón Nro. 9 del Ejército del Perú, conformado por 300 infantes. Para ello, a parte de la cañonera, se emplearon las lanchas “la Loreto” y “la Estefita”, además de contar con “la Tarapoto” como buque-hospital. Las tropas del Ejército iban al mando del Teniente Coronel Oscar R. Benavides. Por su parte, Colombia disponía de unos 400 hombres de tropa al mando del General Gamboa.
El 10 de julio del mismo año, se realizó un acercamiento de la lancha “la Estefita” llevando un oficial parlamentario abordo, Alferez Bergieri, para la solución pacífica, sin embargo, se recibió una respuesta dilatoria. En vista de ello, las fuerzas armadas peruanas ultimaron a los ocupantes a desalojar por la paz, caso contrario, la flotilla se vería obligada a emplear la fuerza. Siendo las 13:00 h, “la América” realiza el primer disparo continuando el combate durante toda la tarde. Tras un cese de fuego producido de noche, se pudo conocer que el parlamentario peruano había muerto, además se contaron algunos heridos. Por ello, el Comandante Benavides convocó en reunión a todos los oficiales peruanos para impartir instrucciones; tanto la tripulación como la tropa fueron arengadas delante del cadáver del oficial parlamentario, quien había muerto en el cumplimiento de su deber.
El 11 de Julio, siendo las 7:00 h, se reanudó el combate, pero fue en el amanecer del tercer día que la flotilla peruana volvió a la carga para combatir. Debido a la complicada geografía, la flotilla peruana debió sobrepasar el límite de seguridad al surcas las cascadas y las fuertes corrientes y remolinos, pero esta decisión de exigir a las máquinas, permitió que sortearan las adversidades, aún con fuego colombiano encima, y salieran triunfantes. Es así que “la América” y “la Loreto” atracaron para el desembarco de las tropas del Batallón de Infantería Nro. 9.
La tropa colombiana emprendió la retirada hacia la selva, no sin antes dejar pertrechos que fueron tomados por las tropas peruanas. El General Colombiano Gamboa, cayó entre los prisioneros. Las bajas en “la América” fue de un muerto y se contaron cinco heridos, además de las numerosas bajas que se registraron entre la oficialidad y tropas de infantería.
Al finalizar el 12 de julio de 1911, el gallardo pabellón nacional fue izado en La Pedrera, marcando en el lugar el recuerdo del esfuerzo de esos patriotas que habían luchado contra el invasor y la naturaleza misma, en resguardo de la integridad territorial del Perú.
El combate de La Pedrera nos deja una historia de tesón y perseverancia, y con aquella misión, un nuevo paradigma nació, el del Teniente Primero Manuel A. Clavero, valiente Comandante de “la América”, quien llegó a Iquitos contagiado con fiebre amarilla, falleciendo a los pocos días. El pueblo de Iquitos le rindió a él, a su dotación y a las tropas de nuestro Ejército un caluroso homenaje, como testimonio vivo de su justa admiración.
Autor: Contralmirante (R) Julio Roncagliolo Goytizolo, docente facilitador de la Escuela Superior Conjunta de las Fuerzas Armadas.
REFERENCIAS:
Marina de Guerra del Perú, www.marina.mil.pe.