BATALLA DE ARICA – RENOVACIÓN DE JURAMENTO DE FIDELIDAD A LA BANDERA

Introducción

El 7 de junio de 1880 se libró una de las batallas más importantes de la Guerra con Chile: la Batalla de Arica. En este enfrentamiento, la clásica valoración de ganador-vencedor pasó a un segundo plano, opacada por una profunda significación simbólica. Esta epopeya construyó monumentalmente una narrativa de entrega y sacrificio por la patria, que se convirtió en pilar fundamental de la cultura militar peruana.

Desarrollo

Bolognesi sabía que sus posibilidades de triunfo eran mínimas; el desenlace inevitable sería la muerte de todos quienes le acompañaban. Como militar experimentado y jefe de la guarnición, conocía la precaria situación en la que se encontraban. La derrota de Tacna (Batalla del Alto de la Alianza – 26 de mayo de 1880) y la violencia desatada contra las tropas peruanas por parte del invasor eran indicios claros del trato que los chilenos darían a los defensores de Arica.

Congrains (1975) relata que Andrés A. Cáceres narró a su secretario privado, el coronel J.C. Guerrero, que, al finalizar la batalla del Alto de la Alianza, los chilenos dieron muerte despiadada a los soldados heridos del batallón Zepita, gritándoles antes de ejecutarlos: “¡Toma Tarapacá!”, en clara represalia por su derrota en dicha batalla.

El 1° de junio, los regimientos chilenos iniciaron su desplazamiento hacia Arica, con su caballería en vanguardia. Al ingeniero Elmore se le había encomendado minar un paso al norte del rio Lluta, que debía explosionar cuando las tropas enemigas transitaran por ese sector. Elmore activó los dispositivos, pero solo algunos jinetes chilenos resultaron heridos; el resto continuó sin contratiempos. Elmore fue capturado: las minas no habían tenido la eficacia esperada.

Los chilenos acamparon cerca de Arica. El general Baquedano ordenó abrir fuego sobre las posiciones peruanas para forzar su rendición. La contrabatería peruana resultó muy limitada y carecía del alcance necesario.

Sin embargo, Bolognesi se aferraba a una remota posibilidad. El 4 de junio envió la siguiente carta, según registra Basadre (2014):

«Señor General Montero o Coronel Leiva.- Este es el octavo propio que conduce tal vez las últimas palabras de los que sostienen en Arica el honor nacional. […] Tengo al frente 4.000 enemigos, poco más o menos, a los cuales cerraré el paso a costa de la vida de todos los defensores de Arica aunque el número de los invasores se duplique. […] Grave, tremenda responsabilidad vendrá sobre U. S. si, por desgracia, no se aprovecha tan segura oportunidad. […] En síntesis, actividad y pronto ataque o aproximación a Tacna es lo necesario por parte de U. S.; por la nuestra cumpliremos nuestro deber hasta el sacrificio. […] El Perú entero nos contempla. Ánimo, actividad, confianza y venceremos sin que quepa duda. […] Todas las medidas de defensa están tomadas. Espero ataque pasado mañana. Resistiré. […]

Dios guarde a U. S.

Francisco Bolognesi».

El 5 de junio, Bolognesi envió un telegrama: “Apure Leiva. Todavía es posible hacer mayor estrago en el enemigo victorioso. Arica no se rinde y resistirá hasta el último sacrificio”. Sin embargo, Leiva ya había iniciado el repliegue de Moquegua hacia Arequipa (Basadre, 2014).

Bolognesi creía que la victoria era posible con el apoyo de Leiva. Su sacrificio no se limitaba a “salvar el honor nacional” resistiendo la embestida enemiga, sino que entendía su misión como parte de un plan estratégico que permitiría al Perú alcanzar la victoria final.

Ese mismo 5 de junio, el mayor Salvo —por orden del general Baquedano— se presentó en el cuartel general peruano. Tras entrevistarse con Bolognesi, le ofreció una rendición “honorable” para evitar derramamiento de sangre. Bolognesi respondió de inmediato: “Tengo deberes sagrados y los cumpliré hasta quemar el último cartucho”. Salvo asintió y se dispuso a retirarse, pero Bolognesi lo detuvo: aclaró que aquella era su posición personal, pero que consultaría con los jefes dada la gravedad de la situación. Solicitó enviar la respuesta a las 2 de la tarde, pero Salvo exigió una contestación inmediata. Bolognesi convocó entonces a todos los jefes de la guarnición.

Tras exponer la situación, Bolognesi mencionó que algunos oficiales jóvenes podrían ser valiosos para el futuro del país. No obstante, uno tras otro secundaron la decisión de defender el morro aun a costa de sus vidas. Bolognesi se volvió hacia Salvo y declaró: “Decidle a vuestro general que Arica no se rinde y pelearemos hasta quemar el último cartucho” (Thorndike, 1999).

Conclusión

La suerte de Arica estaba echada desde mucho antes, incluso desde que los chilenos desembarcaran en Ilo. Perú no había logrado organizar una fuerza conjunta con Bolivia capaz de hacer frente a Chile. Mezquindades políticas, tanto en la Paz como en Lima, debilitaron aún más la defensa organizada. Tras la derrota en el Alto de la Alianza, las tropas bolivianas emprendieron su retirada al altiplano.

Bolognesi no solo enfrentó a un adversario militar extranjero, sino también a la improvisación, la descoordinación en los mandos y la falta de apoyo logístico. Contra todo pronóstico, logró que un reducido grupo de hombres de distintos estratos sociales creyeran que, unidos, podrían salvar al país. En sus mentes, la victoria era posible incluso entregando la vida: si cada peruano cumplía su parte, el enemigo sería expulsado del suelo patrio.

El inconmensurable ejemplo de Bolognesi —un jefe militar que encarna en su hazaña todas las virtudes castrenses— se convierte en un faro perpetuo en la carrera de todos los oficiales. Su heroico acto constituye el juramento de fidelidad a la bandera por excelencia. Bajo esta rememoración, los cadetes de las Fuerzas Armadas del Perú juran su lealtad a la bandera y a la patria, tal como lo hizo Bolognesi y ese grupo de bravos militares que antepusieron el honor a su propia vida.

Autor: Coronel EP Rubén Requena Espinoza, Subdirector de la Escuela Superior Conjunta de las Fuerzas Armadas.

Referencias

  • Basadre Grohmann, J. (2014). Historia de la República de Perú 1822-1933. Lima: Producciones Cantabria.
  • Congrains Martin, E. (1975). Batalla de Tacna. Lima: Editorial Ecoma.
  • Thorndike Losada G. (1999). ¡Paso de Vencedores! Lima: Oficina de Información del Ejercito (p. 186).
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